La segunda parte de esta historia apocalíptica de robots y alienígenas (escrita y producida por Guillermo del Toro) se estrena hoy en México.
¿Qué podemos esperar de Titanes del Pacífico: Insurrección? Mucha adrenalina y acción sin mucho sentido…pero divertida.
¿Es simplemente otra película de monstruos contra robots gigantes? Sí… y no.
¿Vale la pena o mejor ahorrársela y esperar la nueva de Mazinger Z? Mejor verla, porque es una película que le puede gustar a cualquier mortal que gusta del cine de entretenimiento y no sólo a los clavados en el anime y la nostalgia.
En esta entrega que corta el listón del maratón de la temporada del cine de verano, la saga cambia de director. Afortunadamente (tenemos que decirlo) quedó en buenas (aunque debutantes) manos: “es brillante, amo lo que hace”, opinó Del Toro sobre Steven S. DeKnight, su sustituto en la dirección (por complicaciones de calendario del mexicano). Y es que el realizador estadounidense ya ha hecho un buen trabajo en series como Daredevil (quizás lo mejor que hemos visto de Marvel en televisión en toda su historia), la sangrienta y erótica Spartacus y en clásicos del gore adolescente como Buffy, la Cazavampiros. Veamos qué tan bien librado sale ahora de la crítica más peligrosa: la de los fans asiáticos (y los haters mexicanos).
10 años después de los sucesos de la primera parte, los oscuros monstruos conocidos como Kaiju, han regresado desde su portal dimensional en ultramar a finiquitar lo que comenzaron: destruirnos (en México eso pasa cada sexenio y no nos agobiamos). Por eso, el hijo de Pentecost (uno de los protagonistas de la primera parte) se pone en plan heroico y junto a un grupo de jóvenes pilotos, comanda una nueva flota de Jeagers (como se llaman los robots defensores), con la misión de encontrar el punto débil de los destructores y terroríficos invasores (y sí, hay nuevas armas y nuevos modelos de androides espectaculares). Y si bien sobre los hombros de este héroe interpretado por John Boyega (a quien hemos visto por todos lados últimamente), se recarga gran parte de la historia, el regreso de Burn Gorman (Game of Thrones) y muy especialmente del genial Charlie Day (It´s Always Sunny in Philadelphia) como el par de científicos alocados que ya vimos en la anterior película, es un punto a favor del reparto y la historia.
Quizás uno de sus problemas es que a diferencia de la primera parte, esta secuela se toma por momentos “ligeramente” más en serio (ya no es Del Toro jugando con sus robots y monstruos lovecraftianos) y pretende explicar algunas cosas que (la verdad) no nos interesan. Claro, es que ahora es una franquicia y se le debe dar coherencia a la continuidad de la saga (ya se rumora una tercera película), pero si eres de esas personas que quieren encontrar lógica en todo lo que ven, van a terminar enojadas.
Entonces…¿qué hay en Pacific Ring: Upraising que valga la pena ver? Diversión absurda, pero delirante diversión al fin y al cabo, que afortunadamente prescinde del drama de la primera entrega y apuesta un viaje lleno de testosterona juvenil con toques de humor. Además, es una película cuyo ritmo difícilmente decae y eso ya es ganancia, sobre todo porque no ves a uno solo de esos clásicos tipos molestos sacando el celular en el cine a media función porque “ya se aburrió”…(cosa que sí vi que sucedía por cierto en La Forma del Agua). Así que ya lo sabes, si entras en las convenciones que plantea la película, te podrás sentir como un niño viendo en una pantalla gigante, una caricatura violenta y llena de grandes efectos. A veces, no se necesita otra cosa.