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Cómo controlar la ira, según la filosofía

Controlar la ira puede mejorar tus relaciones sociales, pero también la forma en que te sientes respecto a ti mismo.
hombre enojado en el trafico con manos en el rostro
La ira puede manifestarse en cualquier momentociricvelibor

El poder controlar la ira tiene muchas ventajas pues mejora no solo la calidad de las relaciones interpersonales, sino también la calidad de vida de quien se anima a poner en práctica la mejor forma de balancear las emociones y de comunicarlas. Y es que muchas veces, las personas que batallan con problemas de ira también viven con la infelicidad de lo que esto conlleva, como provocar peleas entre seres queridos o no encontrar soluciones menos radicales a los problemas que presenta la vida.

Por eso, vale la pena conocer cuáles son algunas posibilidades para controlar la ira, que pueden buscarse desde perspectivas psicológicas, por ejemplo, con terapia y con aprendizajes sobre el manejo de las emociones, pero también desde la perspectiva filosófica, comprendiendo qué han dicho algunos de los más grandes pensadores de la historia sobre este tema.

Sentirse molesto es normal, pero la diferencia está en encontrar formas de expresarlo que sean saludables

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Aristóteles y la moderación

Para el pensador griego, la ira no era necesariamente una emoción negativa que debía evitarse a toda costa, sino simplemente una emoción natural y en algunos casos, incluso justificable. Sin embargo, para el pensador también era fundamental considerar los riesgos que podía implicar el no saber controlarla. Por eso, para Aristóteles la clave de la ira radicaba en encontrar la moderación y el equilibrio. Para ello, recomendaba cultivar virtudes como la paciencia, así se podían contrarrestar los efectos destructivos de esta emoción.

Epicteto y el control interno

Para Epicteto, que fue un filósofo estoico de la antigua Roma, la ira era el resultado de nuestras propias percepciones y juicios. Esto significaba que incluso en los eventos externos más complicados y detonadores de ira, la culpa no era de lo que sucedía, sino de la perspectiva e interpretación que teníamos sobre ello. Así, proponía que para controlar la ira, lo importante era aceptar que no podemos cambiar lo externo y enfocarnos en lo que sí está bajo nuestro control: nuestra actitud y la forma en que respondemos a determinadas circunstancias.

Buda y la paz interior

En la filosofía budista, la ira es considerada uno de los tres venenos mortales que causan sufrimiento. Por eso, para Buda la ira surge de la ignorancia y la falta de comprensión. Para controlarla, lo mejor era cultivar la compasión, la paciencia y la sabiduría mediante la práctica de meditación, atención plena y la búsqueda de paz interior, para reducir la tendencia a reaccionar mediante la ira.

El autoconocimiento es de gran ayuda para controlar las emociones

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Confucio y la armonía social

Para el filósofo chino, la ira es una cuestión de índole social, ya que depende de las relaciones que trazamos con los demás y cuando se hace presente, daña este equilibrio social. Por eso, es fundamental que se aprenda a controlar y solo así se podrá vivir en balance, además de que solo así se podrán mantener relaciones saludables. Para Confucio, esto se puede lograr mediante la práctica de la empatía y el respeto mutuo.

Séneca y la serenidad interior

Para el filósofo romano, que también es parte del estoicismo, la ira es una manifestación de la debilidad y de la falta de autocontrol, algo que era clave para esta corriente de pensamiento. Por eso, se recomendaba cultivar la calma interior mediante la autorreflexión racional, en la que el individuo se rete a mantener la calma, incluso en situaciones desafiantes, luego de conocerse a tal profundidad que las causas subyacentes a la ira fueran visibles y esto fomentara la capacidad de la persona para actuar desde una perspectiva racional.

Para distintas corrientes de pensamiento filosófico, el controlar la ira también ha sido tema de debate, pues queda la duda de si en determinadas circunstancias es algo necesario de sentir y manifestar. Sin embargo, la mayoría de pensadores se inclinan por promover en la persona el conocimiento propio profundo, para que incluso en circunstancias en donde sea legítimo o ético sentir y manifestar ira, se conozcan bien las motivaciones y las mejores formas de expresarse, algo que eventualmente también retomaría la psicología.