Hace poco decidí hacerme un nuevo corte de cabello. A pesar de haber pasado seis incómodos meses dejándolo crecer (en un intento de convertir mi melena de elfo en un estilo más atractivo), ya estaba harto. Mi cabello es grueso y áspero, así que no solo la longitud extra me resultaba pesada, incómoda y difícil de manejar, sino que mis muchos intentos para peinarlo hacia atrás –al estilo de Patrick Bateman de American Psycho o como uno de los Peaky Blinders– terminaban en un look lacio, grasiento y un poco desordenado, más como el cepillo de la aspiradora lleno de polvo.
Mi decisión de cortarlo todo fue un poco apresurada y desespera, por lo que en consecuencia, mientras me sentaba en la silla del barbero esperando mi nuevo corte de cabello, temía que el resultado solo me proporcionara alivio, si no también vergüenza –vergüenza por volver a parecerme al niño con rodillas raspadas que había dejado atrás en el colegio (ok, en la universidad)–.
El corte de cabello que le pedí a mi barbero era el clásico corte de pelo corto en la parte de atrás y en los lados, un estilo que he evitado activamente desde la infancia, cuando mi peluquero se equivocó e hizo un corte disparejo porque estaba viendo Countdown al mismo tiempo. Me fui a la mitad del corte. Tenía 13 años.
Sorprendentemente, esta vez, mi nuca y mis costados cortos se veían bastante bien, perfilados y sorprendentemente elegantes. Cuando salí de la barbería, me pregunté si el éxito del corte tenía algo que ver conmigo: ahora que estoy en mis treintas, imagino que tengo más confianza, después de todo. Siento (rezo) que mis rodillas están menos golpeadas y mis decisiones de vestuario parecen ciertamente mejor informadas que antes, así que ¿por qué no luciría bien un nuevo look más corto?
Sin embargo, resulta que el éxito de mi nuevo corte de cabello no tiene nada que ver conmigo y sí con la extraordinaria habilidad de mi barbero. En lugar de cortarme el pelo en forma horizontal, como harían la mayoría de los peluqueros, lo hizo en vertical, lo que dio un efecto más pronunciado. También me dejó el pelo alrededor de las orejas un poco más largo de lo habitual, para que mi cabeza pareciera menos un “aburrido balón” y más un “dios sexual angular”. O algo así.
Curiosamente, desde que me decidí a hacerlo, muchas otras personas han optado por una nuca y costados más cortos. Al fin y al cabo, es un look que parece fácil y sin complicaciones –y lo práctico parece un atributo importante ahora mismo–.
Aquí, el barbero oficial de GQ, Carmelo Guastella (director de barbería masculina en Gielly Green, Four Seasons Trinity Square), nos explica cómo hacer que la nuca y los lados cortos te favorezcan.
¿En qué consiste?
“Hay muchas variaciones de la nuca y los costados cortos, desde un fade corto [de] pocos milímetros, hasta una nuca y costados más largos, de unos 1.2 cm”.
¿A quién le viene bien?
“Este estilo beneficia mucho a los hombres con el cabello muy rizado y seco. Cuanto más corto sea el pelo, más ordenado se verá. El pelo que crece a 90 grados se ve más ordenado al ser corto”.
¿A quién no le favorece tanto?
“Una nuca y costados cortos no les convienen a los hombres con cabezas pequeñas (se podría hacer que la cabeza luzca más grande con la ayuda de una cabellera más larga), rostros delgados y alargados (el cabello más largo hará que la cabeza parezca más ancha), rostros con forma de triángulo, orejas pronunciadas o cabezas con formas divertidas como el hueso occipital plano o un lado de la cabeza más plano que el otro.”
¿Cómo lo mantengo?
“La nuca y lados cortos no necesitan mucho para mantenerla en buen estado. Como es corto, [ya] se ve ordenado”.
Artículo publicado originalmente en GQ UK.