El caso de Marisela Escobedo fue uno de los más sonados en México en 2010, y ahora es la historia de uno de los más brutales documentales de Netflix, que es especialmente cercano y relevante para los mexicanos.
El documental de Netflix se basa en la historia real y la investigación de la periodista Karla Casillas y narra mediante entrevistas con hijos, familiares y activistas que trabajaron con ella, la mujer que fue asesinada en 2010 mientras intentaba llevar a la justicia al hombre que asesinó a su hija de 16 años, Rubí Marisol.
La sinopsis de la serie dirigida por Carlos Pérez-Osorio, que busca hacer un homenaje y darle voz a la madre de una niña de Ciudad Juárez que fue asesinada en 2008 a manos de su pareja (Rafael Berraza), dice: "Después de que el feminicidio de su hija quedara impune, una madre inicia una cruzada incansable para encarcelar al asesino y exponer al sistema de justicia mexicano".
“A partir de un feminicidio se desata una serie de casos que van creciendo como bola de nieve. Desplazados, otros asesinatos, una familia entera se desmorona”, explicó Laura Woldenberg, productora del documental.
El caso de Marisela Escobedo
En 2007, la famosa Guerra contra el narco tuvo su inicio, lo que también hizo que se empezara a hablar de las muertes de Juárez y que, lentamente, la violencia se empezará a normalizar y a convertir en parte de nuestra identidad, acostumbrándonos a escuchar de mujeres y niñas asesinadas. Solo un año después, Marisela Escobedo se conectaría con la historia de esas mujeres de forma inesperada.
En 2008, Marisela Escobedo quedó marcada por el brutal asesinato de su hija de 16 a manos de su novio. El caso y las pruebas eran claras, pero Rafael Berraza, el asesino, no recibió ningún castigo por su crimen, lo que llevó a la madre y activista a comenzar a luchar para conseguir justicia para su hija.
Marisela comenzó una labor incansable para resolver el caso sola y finalmente encontró a Berraza en Zacatecas, pero las cosas no acabaron como deberían.
El asesino confesó lo que había hecho y le dijo a la policía dónde había enterrado el cuerpo quemado de la hija de Marisela, pero, aún con la confesión y las pruebas, las autoridades decidieron absolver y dejarlo libre, lo que convirtió a Marisela en el rostro de la injusticia y los feminicidios, y la en voz de miles de mujeres que pasaron por lo mismo.
A partir de ese momento, Marisela, convertida en investigadora y activista, comenzó a pedir justicia por todas las mujeres desaparecidas y asesinadas en Juárez. En diciembre de 2010, Escobedo se encontraba realizando una manifestación frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua, cuando un extraño se acercó a ella y le disparó en la cabeza, matándola al instante.
El feminicidio de Marisela y la ola de indignación
El asesinato de la activista causo indignación y furia en todo el país, su caso no solo era un claro ejemplo de la impunidad y la corrupción al tratarse de feminicidios, sino que era un mensaje claro que le decía a decenas de mujeres que, si se atrevían a hablar, ese podría ser su destino.
Gabino Gómez, coordinador del Programa de Defensores de CEDEHM dijo sobre el asesinato: “Ahí estaba con ella su hermano y él le da con una silla de metal al asesino y en la camioneta estaba la hija de Rubí y ella repetía el sonido de los disparos, bum, bum (…) Después del entierro en Ciudad Juárez, la familia se fue al exilio, así con la ropa que tenían del entierro, se cruzaron a Estados Unidos y solicitaron asilo político, hermanas, hermanos de Marisela, hijos y nietos y nueras. Todos se fueron a Estados Unidos a solicitar asilo, un viacrucis terrible por lo que significa estar en ese proceso. A la niña (hija de Rubí) la separaron de la familia porque era una menor de edad ‘no acompañada’ y luego la familia logró recuperarla”.
“A partir de un feminicidio se desata una serie de casos que van creciendo como bola de nieve. Desplazados, otros asesinatos, una familia entera se desmorona”, contó Laura Woldenberg a Animal Político.
De acuerdo con el director del documental, el 97% de los feminicidios quedan impunes, y el de Marisela entra en esa estadística. La activista fue asesinada a plena calle y en un lugar público, pero sus agresores no fueron detenidos en ese momento.
En noviembre del 2012 la Fiscalía General del Estado de Chihuahua informó en un boletín que Sergio Rafael Barraza Bocanegra había muerto en un enfrentamiento con militares en Zacatecas, se dice que formaba parte del cártel de Los Zetas, y murió sin pagar por su crimen.
En el caso de Marisela, en octubre del 2012 un hombre llamado José Enrique Jiménez Zavala fue detenido y procesado por el asesinato, declarando que los asesinatos de madre e hija fueron ordenados Los Zetas. Dos años después, en diciembre del 2014, la Fiscalía de Chihuahua reportó que José Enrique Jiménez Zavala murió de un infarto mientras se encontraba en prisión.