Muchas personas normalizan las peleas en la relación, pensando que son sanas, que todos tienen que pasar por ese tipo de cosas y que –no importa cuánto peleen– tienen que mantenerse juntos. Pero no es así. Las peleas son conflictos que nacen por diferencias de pensamiento entre ambas partes, y aunque muchas veces estas pueden evitarse a través del diálogo, varios son partidarios de las peleas a gritos, las cuales, sin duda, no son indicio de una relación sana.
Y claro, para considerar terminar una relación debemos evaluar qué tan importantes son las discusiones que se llevan a cabo durante esas peleas. Algunos expertos han señalado que existen varios tipos de peleas que son señal de una relación desigual o poco funcional que debería terminar por el bien de ambas partes.
Por ejemplo, las peleas que son provocadas cuando un participante de la relación es constantemente deshonesto (es infiel o miente sobre el dinero) difícilmente desaparecen y se dejan en el pasado, y revelan que esa persona no es de confianza, así que es mejor alejarse de ella.
Asimismo, las discusiones sobre celos, en la que uno le reclama al otro constantemente por hablar o hacer amistad con otras personas, no desaparecerán a menos que esa persona desarrolle una plena confianza en su pareja, o reciba ayuda terapéutica para poder superar ese tipo de miedos. De lo contrario, es una pelea constante que no dejará de aparecer y que sólo provocará daño en la relación.
Por otra parte, pueden existir peleas provocadas por ideales diferentes. Quizá una parte no quiere casarse o no está lista para vivir con la otra persona. Si no se llega a un acuerdo y todo se basa en quejas, no habrá un avance. Los dos tendrían que ceder para seguir con la relación pero ninguno se sentiría satisfecho (o quizá sólo una parte no se sentiría cómoda con ese acuerdo).
Asimismo, existen las peleas por reproches. Puede que una parte haya renunciado a un viaje, o a una oportunidad irrepetible porque eso significaría dejar la relación. Si esa persona no logra superarlo y comienza a usarlo como queja, sin duda dejará un daño grave en la relación. Distintos expertos afirman que las relaciones en las que ambos tienen metas distintas o en la que sus aspiraciones no son parecidas pueden generar peleas constantes que no resultarán en ningún cambio.
El problema con la mayoría de estos casos, es que siempre habrá una parte que no cambiará o que no solucionará sus problemas. En los casos finales, es un asunto de afinidad. Pero son prueba de que las peleas son una forma de aferrarse a esa relación sin comprometerse a realizar cambios.
Claro, es posible que las parejas puedan ir a terapia o encontrar una forma de encontrar un punto medio, pero mientras no lo hagan y las peleas crezcan, lo mejor sería separarse y encontrar relaciones donde se sientan más cómodos.