El uso de la camiseta como prenda de ropa es probablemente uno de los más comunes. No cabe duda de que todos tenemos varias camisetas de colores, blancas y negras en nuestro clóset, las cuales son muy cómodas de usar tanto por su forma como por su flexibilidad para combinar con otros colores. Además, lo mismo puede usarse con pantalones que con falda, en un look casual y en otro un poco más arreglado (dependiendo de cómo las combines) y básicamente esto la ha convertido en una de las preferidas de las personas alrededor del mundo.
Todo esto genera que la camiseta sea una de las prendas de ropa que mayoritariamente se producen y también que más se consumen. ¿Te has preguntado qué tiene que pasar antes, durante y después de que una camiseta forme parte de tu armario?
Inicio del ciclo de vida de la camiseta
Naturalmente, el ciclo de vida de una camiseta puede variar mucho dependiendo de qué marca es la que la produce y de cuál es su destino comercial. Sin embargo, la mayoría de camisetas inician su ciclo de vida en Estados Unidos, la India o China.
En estos lugares se cultiva el algodón que compone el material más predominante de las camisetas (y que es ideal para el calor). Después, unas máquinas diseñadas especialmente para esta labor, pasan y recolectan el algodón, separándolo de las semillas de donde crece. Luego, en una fábrica, también de manera automática, el algodón se comprime.
Problemas ambientales
Aquí empiezan las dificultades ambientales, y es que para cultivar algodón se necesita mucha agua y también se emplean diversos pesticidas.
Para una camiseta, se usan alrededor de 270 litros de agua, y sabemos que este recurso está en crisis. En cuanto a los pesticidas, el algodón es uno de los materiales que más necesita y estas sustancias pueden causar distintas enfermedades como cáncer. Esto se evita con el algodón orgánico, pero el material solo forma el 1% de las 22,700,000 toneladas de algodón que se producen en el mundo. Así que claramente no es suficiente.
Siguientes pasos
Después de que el algodón es recolectado, se envía a las fábricas donde se modifica su textura hasta formar hilos que luego se tejen y crean las camisetas. Después de esto, se aplican los colores de las mismas. Desafortunadamente, aquí también hay otras dificultades ambientales ya que los tintes pueden contener sustancias dañinas como cromo y mercurio.
Cuando la tela sale de las fábricas, viaja a lugares como Bangladesh, China, India o Turquía, donde pasa a manos de personas que las convierten en camisetas. Esta labor es demasiado minuciosa para ser realizada por máquinas, así que al menos tiene la ventaja de emplear a millones de personas en el mundo. ¿El problema? Que suele hacerlo en condiciones muy poco dignas. Este tipo de labores normalmente se realiza en malas condiciones y por poco dinero a cambio.
Una vez que las camisetas están listas, estas viajan a sus lugares de destino para ser vendidas. Lamentablemente, aquí existe otro efecto importante que daña el ecosistema. Y es que para transportar la ropa, hace falta recorrer muchos kilómetros en vehículos que también contaminan, incluso con opciones de combustibles alternativas. Es por eso que se recomienda mucho el consumo de productos locales, así se evita la transportación.
¿Qué hacer?
El ciclo de vida de una camiseta es una importante representación de que es momento de replantear nuestros hábitos de consumo. La industria del fast fashion es la segunda más contaminante, después del combustible. Por eso, vale la pena considerar otras opciones como ropa de segunda mano, productos locales o incluso el intercambio entre conocidos para evitar tanto consumo de ropa que está dañando mucho al planeta. También se recomienda comprar productos con algodón reciclado u orgánico, utilizar la lavadora con menos frecuencia de ser posible y evitar el uso de secadora. Por último, cuando una camiseta ya no te guste o te quede bien, intenta donarla, reciclarla o reutilizarla como tela para limpiar, por ejemplo.