El coronavirus sigue cobrando nuevas víctimas y esta vez ha decidido cebarse con el sector textil, el cual según estimaciones ha perdido un 72.6% de su facturación, esto significa el peor resultado de la historia en la venta de ropa. Los consumidores han cambiado de parecer a la hora de comprar sus atuendos, tanto es así que la venta de estos productos en internet ha decrecido hasta mínimos históricos.
Esto ha supuesto que muchas de las empresas estén pensando en un cierre masivo de las tiendas, si bien, durante abril 2020 en Europa se estaba hablando de un descenso del consumo de ropa en un 80%. Por lo que parece que en estos meses de desescalada en el viejo continente están suponiendo una ligera mejoría.
Lo que se está fraguando, según los especialistas, es una mejora también durante el mes de junio, pero no consigue tener el suficiente impulso para poder lograr la deseada recuperación, ya que según dicen esta crisis parece que va a ser larga y ha azotado duramente al sector textil. Es por eso que esta crisis del coronavirus acabará con la moda rápida.
Después de que el sector haya sufrido varios expedientes de Regulación Temporal de Empleo, un sistema por el cual los estados permiten despidos temporales sin indemnización, esto lleva a una situación preocupante para los trabajadores, ya que en estos momentos las perdidas de esta industria se encuentran en 44.7% por debajo del ejercicio de 2019. Esta bajada no se va a recuperar en lo que queda de año.
El sector textil es el más abandonado de las inversiones estatales, estas empresas han estado lidiando con su propio patrimonio para conseguir todos sus objetivos. Es por ello que se encuentran en un proceso de transformación, el cual puede supone un duro varapalo a los trabajadores, ya que ellos serían los primeros en sufrir la reestructuración y eso significa despidos.
El sector de la moda herido de muerte
Según las estimaciones 30% del sector no resistirá el embiste de esta pandemia, por lo que muchas de ellas cerrarán, incluso empresas de renombre. Esto se ha descubierto a través del cuarto informe anual sobre el estado de la moda de The Business of Fashion y McKinsey & Company. Confirman el peor escenario que podíamos imaginar, ya que en estos momentos la industria de la moda se encuentra decreciendo por segundo año consecutivo.
En este sentido se estima un repunte de la moda local y el establecimiento de China como principal imperio de la moda. Debido a la dependencia de todas las marcas en el gigante asiático, esto va a hacer que el país se postule pronto como el principal beneficiario de la situación a no ser que haya un traslado de las fábricas del sector en otras economías emergentes.
Indicar que si bien se puede producir esto, también se van a valorar más las modas locales, de tal manera que los costureros y artesanos de toda la vida van a tener un repunte en sus beneficios al valorarse más su trabajo.
Por otra parte, el uso de los materiales será sostenible, al ser la sustentabilidad el inicio de la evolución de la moda, por se favorecerá el uso de materiales reciclados que permiten que el impacto ecológico sea mucho más biodegradable con el planeta. Por lo que habrá nuevas materias primas que se utilizarán para la elaboración textil.
Por último, se establece la consabida revolución del mercado digital, por lo que es de esperar que las tiendas físicas terminen desapareciendo y se puedan incluir en el comercio electrónico, lo que llevará a tener una mayor competencia entre los desarrolladores textiles. Esto favorecerá a los consumidores y a las empresas al no tener un lugar físico, lo que supone un ahorro importante y mucha más facilidad de uso para los potenciales clientes.