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Beetlejuice Beetlejuice: 5 razones por las que vale la pena ver la secuela de Tim Burton

El fantasma más irreverente del cine está de vuelta con una película divertida y llena de referencias a los clásicos de Tim Burton.
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Beetlejuice Beetlejuice recibió una ovación de 3 minutos después de su estreno en el Festival de Cine de Venecia, confirmando que, en este caso, la espera de más de 30 años por una secuela valió la pena.

Pero, aunque los aplausos en uno de los festivales de cine más importantes del mundo son una buena señal, en realidad no son lo único que va a llevar a miles de fanáticos de Tim Burton, Michael Keaton y Winona Ryder a las salas de cine.

Beetlejuice Beetlejuice comienza años después de los eventos de la primera película. Lydia Deetz es una mujer adulta y hace años que no ha vuelto a la casa en la que conoció a los Maitland y al fantasma que intentó manipularla para casarse con él, pero ella sigue afectada por ese incidente y eso también ha causado ciertos problemas en la relación que tiene con su hija, Astrid, interpretada por Jenna Ortega.

La aventura comienza cuando, después de una tragedia, las tres mujeres de la familia (Lydia, Delia y Astrid) se ven obligadas a volver a Winter River, donde deben enfrentarse a su pasado, pero también a ese mismo fantasma que desató el caos y la locura cuando vivieron ahí.

La secuela no busca superar a la película original o hacerla mejor, es una película que entiende que Beetlejuice de 1988 es uno de los grandes clásicos del cine, y que lo mejor que podían hacer era seguir al líder y dejarse llevar. El resultado es muy divertido, disfrutable, lleno de nostalgias y de algunas novedades que sí le suman algo a este universo.

¿Vale la pena ver Beetlejuice Beetlejuice?

Mucha nostalgia y muchas referencias al mundo de Tim Burton

Claramente, Beetlejuice Beetlejuice es un golpe de nostalgia, es una película que trae de vuelta a varios de los personajes más icónicos de los años 80, como lo son Lydia y Beetlejuice, además de que nos deja volver a esa famosa casa donde todo sucedió.

Además, la película está llena de referencias a otras películas y proteicos de Tim Burton. Por ejemplo, el personaje de Monica Bellucci está claramente inspirado en personajes como Emily de El Cadáver de la Novia y Sally de The Nightmare Before Christmas, además de que tenemos a Jenna Ortega, que recientemente apareció en la serie Wednesday.

En definitiva, es una película que se disfruta mucho más si viste la original.

Efectos prácticos que aportan la misma magia de la primera película

El gran acierto de esta película es que no se dejó llevar por la tentación de usar CGI y tecnologías modernas. Durante una conferencia de prensa en México, Tim Burton y Michael Keaton revelaron que desde las primeras conversaciones sobre la película, determinaron que no querían usar CGI y que la condición era poder utilizar efectos prácticos, y eso fue lo que hicieron.

El resultado es extrañamente realista, además de que logra recrear ese estilo visual de los años 80 que le dan una magia muy especial a esta película, donde podemos ver a personajes con todo tipo de heridas y marcas que nos indican cómo murieron, y varios trucos y situaciones donde el CGI no había funcionado. Es bueno ver que, cuando un portal se abre al otro mundo, una puerta se abre realmente, como pasó en la película del 88.

Nuevos personajes que le dan un tono fresco y actual

Tener a Michael Keaton, a Winona Ryder y a Catherine O’Hara de vuelta como los personajes a los que interpretaron en los años 80 es pura perfección, además de que también vuelve el hombre con la cabeza en miniatura que fue tan popular en la primera película, pero también hay nuevos personajes que le dan una nueva vida y mucha más frescura a esta historia.

Jenna Ortega, por ejemplo, es una adolescente escéptica que pone nuevamente sobre la mesa el tema de las relaciones entre padres e hijos, mientras que Justin Theroux interpreta a un personaje que nos habla sobre la fama y la cultura actual en la que las redes sociales nos dan la oportunidad de experimentarla.

Además, hay nuevos fantasmas y entre ellos encontramos a Delores, a quien Monica Bellucci descubre como un demonio succionador de almas. Delores tiene una importante conexión con Beetlejuice, pero también tiene una de las mejores secuencias de toda la película y definitivamente es un personaje rico y complejo que muchos van a querer ver en su propia película (aunque por ahora no es una posibilidad).

No es una repetición

Cuando esta secuela fue confirmada oficialmente, los fanáticos de Beetlejuice reaccionaron con emoción, pero también con duda, ya que existía la posibilidad de que esta película no estuviera a la altura o que fuera lo mismo de siempre.

Beetlejuice Beetlejuice prueba que esas dudas estaban muy equivocadas. Tim Burton no repitió la misma historia, si conserva muchos elementos familiares (como el estilo visual, algunos personajes y la personalidad de Beetlejuice), pero también hay muchas cosas nuevas y una manera distinta de abordar a los personajes.

Beetlejuice sigue siendo un personaje irreverente (aunque no de la misma manera, porque no podía ser el mismo Beetlejuice en 1988 que en el 2024), pero ahora también vemos las consecuencias y los efectos de sus errores. Lydia y Delia cambiaron y evolucionaron, aunque no siempre para bien, e incluso conocemos un lado diferente del “otro mundo” que la primera película no llegó a mostrar, así que esto se siente como una expansión del universo Burton.

Tim Burton haciendo lo que Tim Burton quiere

Es evidente desde los primeros minutos de la película que esta es la película que Tim Burton quería hacer, que la hizo con sus propias reglas y con los elementos que él sabía que iban a funcionar. Es una película para los fans, pero que también puede sumar a muchos nuevos, además de que es una película en la que se nota que todos los involucrados disfrutaron cada momento, y esto ayuda a que la locura avance por el camino correcto.

Es además una película que, de manera inteligente, aborda temas como el duelo, la muerte, el trauma, las relaciones familiares y la importancia de vivir nuestras vidas al máximo, porque nuestro tiempo no es ilimitado.