Como siempre, el monumento de Alessandro Manzoni domina el ensanche, esta vez —con motivo del desfile de Zegna— transformado e invadido por 192 fardos de lino de 250 kilos cada uno, traídos directamente de Normandía para crear la atmósfera perfecta para la presentación de la colección primavera/verano 2024 de Zegna.
La ubicación no fue elegida al azar, como ya es costumbre en los escenarios que albergan los desfiles de moda. “Recuerdo que cuando era niño me sentaba en el bar de la esquina a dibujar”, explica Alessandro Sartori, director creativo de la marca, unas horas antes del desfile. Además, el diseñador italiano explicó la elección del lino y cómo este textil se convirtió en el corazón no solo de la colección, sino de un proyecto de cadena de suministro y trazabilidad, hasta el punto de que, tras el desfile de la Semana de la Moda de Milán, esos fardos de lino volverán a Trivero, en el Piamonte, para transformarse en hilo, luego en tejido y, finalmente, en prendas con la etiqueta de Zegna.
El textil que dio sentido a la colección
El punto de partida de esta línea fue preguntarse “cuál podría ser la mejor fibra para nosotros para la colección de verano, la respuesta fue: el lino porque corresponde a la cachemira para el invierno. Es la fibra más parecida a la cachemira, el acabado tiene el mismo proceso”, explica Sartori, “para procesar la cachemira podemos, por ejemplo, adoptar procesos para fieltrarla, mientras que el lino se puede lustrar. Básicamente, es lo mismo. Además, el nuestro es un lino diferente de los demás, porque lo preparamos nosotros mismos”.
Por supuesto, incluso más allá de la calidad y la comodidad que supone este textil, elegir el lino como principal pilar fue una sabia decisión basada en su funcionalidad. “En Zegna seguimos replanteándonos cómo debe ser un armario eficiente día tras día”, dijo el diseñador. Parte de este nuevo planteamiento incluye “la idea de crear un sistema de elementos: prendas altas, pantalones y accesorios que se pueden combinar y mezclar como uno prefiera”.
En propias palabras de Alessandro Sartori, la línea para la primavera/verano 2023 engloba una “idea del uniforme que promueve la no uniformidad”, pues aun cuando cada look parece concebido como una totalidad, cada pieza puede transformarse utilitaria y estéticamente al combinarse con otras.
Además, emerge el cuestionamiento sobre la sastrería tradicional. “El traje clásico compuesto de saco y pantalón ya no se lleva. Hoy en día, todo se puede combinar con todo. Esto facilita el trabajo de los clientes y el estilismo, permitiéndoles jugar con las formas y los matices”, explicó Sartori. Esta misión no fue sencilla, al menos no cuando no posee el savoir-faire de una casa de moda como Zegna. “Ocultamos elementos funcionales en la construcción, dando protagonismo a las texturas. La fluidez hace que todo parezca muy sencillo y lujoso, pero la precisión en los detalles, la riqueza de los colores de y la libertad de infinitas combinaciones cuentan otra historia”, afirma Sartori.
Una sensación de relajada precisión impregna la colección. Los volúmenes son fluidos, las categorías son híbridas. Modelos aparecieron vistiendo sacos con cuello bajo o mandarín; tops de cuello redondo que se convierten en blazers; chalecos que al mismo tiempo sirven como camisetas; chaquetas bomber que se vuelven elegantes camisas, un ejemplo de la versatilidad con la que fueron concebidas las prendas.
Las chaquetas con mangas de 3⁄4, introducidas la temporada pasada, también están de vuelta y forman parte de pulcros conjuntos, mientras que los pantalones son holgados, los shorts y los monos aportan un toque pragmático a las siluetas, todo bajo una paleta de colores que recuerda la artesanía que requiere recurrir a un textil natural como lo es el lino.
Artículo publicado originalmente en GQ Italia.