A unos pocos segundos de su lanzamiento, el cohete de la NASA Challenger explotó a medio vuelo frente a los ojos de decenas de hombres, mujeres y niños que se habían reunido para presenciar la primera misión espacial con una maestra a bordo. Entre el público en Houston se encontraban los padres, los hermanos y familiares de Christa McAuliffe, una mujer civil que había sido elegida entre cientos de maestros para acompañar a los astronautas de la NASA a una nueva misión.
En los años 80, Estados Unidos tenía un plan para que los vuelos al espacio fueran frecuentes, baratos y regulares, y parecía que iban a lograrlo después de lanzar su primera nave reutilizable unos años antes del accidente del Challenger.
De pronto, NASA estaba preparando varios lanzamientos cada mes, pero, como el interés por el espacio parecía estar disminuyendo (porque ver a unos cuantos astronautas darle vueltas a la Tierra se vuelve aburrido rápidamente) y necesitaban el interés del público para mantener el programa vivo, a los altos mandos, incluyendo al presidente Ronald Raegan, se les ocurrió comenzar a invitar civiles a experimentar los viajes espaciales personalmente.
Así fue como la NASA y Raegan anunciaron sus planes para elegir a un maestro de escuela para viajar al espacio y dar una serie de clases en vivo a bordo de la nave Challenger. El anuncio fue una locura y finalmente miles de maestros de todo el país enviaron sus solicitudes para poder ser los primeros en enseñar fuera de la Tierra.
NASA analizó las solicitudes de los candidatos y seleccionaron a 10 maestros con las mejores aptitudes, quienes recibieron las mismas pruebas de resistencia que los astronautas tienen que hacer como parte de su entrenamiento. Unas semanas después, NASA reveló en una ceremonia, conducida por el vicepresidente George W. Bush, que la elegida para la misión era una mujer llamada Christa McAuliffe, que sería la primera maestra y la primera civil en el espacio.
"Todavía estoy flotando", dijo McAuliffe durante la ceremonia, que se puede ver en el documental de Netflix sobre el Challenger. “No sé cuándo bajaré a la tierra. Cuando ese transbordador suba, puede que haya un cuerpo, pero habrá 10 almas que me llevaré conmigo".
Camino al espacio
Una vez seleccionada, Christa, una mujer de 36 años y madre de dos hijos, y su suplente, Barbara Morgan, viajaron al Johnson Space Center para ser entrenadas como astronautas por 5 meses, realizando pruebas para aprender a ponerse los trajes, a controlar incendios dentro de la nave y a resistir la gravedad cero
Christa y Barbara entrenaron junto al resto de los astronautas que realizan la que sería una de las misiones más diversas de la NASA (con dos mujeres, un afroamericano y un oficial japonés-americano) para aprender a usar todos los elementos de la nave, desde las cámaras hasta las naves, y, finalmente, en enero todos estaban listos para el lanzamiento.
La mañana del 28 de enero de 1986, Christa subió al Challenger, con una rana de juguete que su hijo le regaló, y junto a sus compañeros se preparó para salir al espacio. Después de quitar el hielo del cohete y realizar algunas revisiones finales, Houston aprobó el lanzamiento de la misión (a pesar de que los ingenieros habían expresado sus preocupaciones debido a que la junta tórica del cohete se volvía frágil en temperaturas frías) y el cohete despegó del Kennedy Space Center a las 11:38 am.
La emoción era evidente, pero 73 segundos después, todo se convirtió en una pesadilla. El Challenger explotó en pedazos, los espectadores no sabían qué estaba pasando o si eso era lo que debía suceder, pero la familia de Christa y el resto de los astronautas descubrieron la verdad cuando escucharon a alguien decir que la nave había sufrido una falla catastrófica y que eso que estaba viendo era una explosión.
Los 7 astronautas del Challenger murieron al instante y NASA (que recientemente compartió imágenes del cielo alienígena) decidió suspender todas las misiones para descubrir qué había pasado. La investigación confirmó lo que ya habían dicho los ingenieros, la junta tórica había fallado debido a las bajas temperaturas el día del lanzamiento.
Bob Ebeling, uno de los ingenieros, le había dicho a su esposa esa mañana que sabía que el Challenger iba a explotar, pero nadie le hizo caso, lo que resultó en la muerte de 7 personas.
¿Quién fue la primera maestra en el espacio?
Después del Challenger, NASA canceló su programa Teacher in Space y Barbara Morgan regresó a su trabajo en marzo de ese mismo año. 12 años después, NASA la contactó para una nueva misión, esta vez la invitaron a seguir todo el programa de entrenamiento para convertirse en astronauta, así que, en 1998, volvió al Johnson Space Center y se convirtió en una especialista de misión.
Fue en 2007 cuando Morgan, quien fue una gran amiga de Christa, finalmente llegó al espacio y se convirtió en la primera astronauta educadora en lograrlo y aunque no pudo dar las clases que Christa iba a dar desde el espacio, recuerda que McAuliffe le enseñó que no podemos avanzar si no tomamos riesgos.