Genio

Robin Williams era un genio… literalmente, y nunca será superado

Además de ser un genio en Aladdín, Robin Williams dejó un legado de comedia innegable que rompió con todo lo tradicional y cambió la historia para siempre.
Robin Williams patch adams
Robin WilliamsUniversal Pictures

El tiempo se ha sentido más largo desde que el mundo perdió a Robin Williams en 2014, como consecuencia de un suicidio en su hogar de California. Ese 11 de agosto realmente fue el día en que una de las risas más grandes que se hayan visto desapareció.

El hombre dejó un legado permanente con un estilo de comedia incomparable y único en todas sus películas que fueron éxitos internacionales, sus primeras series y en cada una de sus apariciones públicas, insertando surrealismo absurdo en todas las situaciones, generando una impresión en quienes se atravesaran en su vida. Todo gracias a un elemento muy importante: su capacidad de improvisación.

No importa el lugar en el que lo veamos, Robin Williams era un improvisador nato y era fiel a la idea de Shakespeare de que “el mundo es un escenario” y se aprovechó de él. Y no importaba si trabajaba en una comedia o en un drama, siempre encontraba formas de llevar los guiones a otro nivel, creando algo realmente especial y que quizá no tendrían la misma fuerza sin su presencia. Todas sus películas levantan el ánimo.

Poco después de su muerte surgió la historia de Stellan Skarsgård, su co-estrella en Good Will Hunting, de que incluso tenían que repetir tomas en la filmación de la cinta porque Williams imitaba a Jack Nicholson y trataba de hacer reír a todos en el set.

Existe otra historia de esa cinta, cuando Williams interactúa con el personaje de Matt Damon: el comediante inventó la historia de los gases de su esposa en medio de un momento dramático generando una risa inesperada, la cual resultó ser una de las mejores escenas de la cinta. La reacción que aparece de Damon es completamente real.

Para la cinta Aladdín de 1992, Williams improvisó gran parte del diálogo, lo cual era y sigue siendo muy poco común para una cinta animada e incluso el guión estaba basado en sugerencias para el actor. Los animadores después trabajaron en la animación y tuvieron que diseñar hasta 52 personajes de improvisación que creó Williams en el momento.

Desde su tiempo en la serie Mork que le ganó fama a fines de los 70 e inicios de los 80, Williams era un maestro improvisador e incluso algunos dicen que su forma de acercarse a la comedia y a las artes escénicas era revolucionaria, ya que decidió alejarse de la escuela Juilliard, una de las más prestigiosas de las artes escénicas, para enfocarse en su propio estilo. Gerald Freedman, profesor de la institución lo señaló como un “genio” y que el estricto estilo de la escuela no era apropiado para las habilidades de Williams.

La energía de Robin Williams es recordada por Hook (con Steven Spielberg, quien dijo que se hizo mejor amigo del actor filmando la cinta), Mrs Doubtfire, Jumanji, Jack, Flubber, Patch Adams, y dramas como Insomnia, One Hour Photo, Dead Poets Society (la cual le ganó el Oscar a Mejor Actor de Reparto), y aunque sí llegaba a mostrar seriedad en algunas entrevistas, en otras era un show, entonces ¿cómo se extinguió esa sonrisa? 

La analogía del payaso Pagliacci lamentablemente encaja en el caso de Williams: el payaso triste. Entre todas las sonrisas y la energía del actor nadie vio que el hombre sufría de depresión durante los últimos años de su vida, lo cual empeoraba con sus problemas con el alcohol. 

Antes de su muerte, el comediante fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson, lo cual decidió no revelar públicamente, y una autopsia posterior reveló que mostraba indicios de demencia provocada por la enfermedad, un factor que pudo haber contribuido a su depresión y a su decisión de quitarse la vida. 

De acuerdo con un ensayo publicado en el diario Neurology, Susan Schneider, esposa de Williams reveló que los síntomas que presentaba el comediante eran de las más graves que habían visto los especialistas, incrementando su ansiedad, estrés y hasta paranoia. Uno de los síntomas era la pérdida de la memoria, algo devastador para un intérprete basado en la improvisación.

Lo interesante de las películas de comedia de Robin Williams (y las de drama, por supuesto) era que, a pesar de que el mundo sabía que estaban viendo al mismo actor, y aunque mantenía un espíritu similar en todas las cintas, el actor lograba crear diferencias sutiles entre cada personaje, dándole una individualidad que le daba su propia permanencia. Williams habitaba y hacía crecer las ideas, y sus obras entran bajo la categoría “películas de Robin Williams” más que de los realizadores o los escritores. Él estableció esa magia, y difícilmente alguien logrará igualar lo que él hizo para el cine y la comedia. Además, era un dios del estilo.