Cuando Travis Scott salió de la nave espacial, el público ya gritaba eufórico y la energía se sentía distinta. Sí, esta era la primera vez y la experiencia fue peculiar. Por varios minutos previos al inicio del concierto y ante un cielo digno de la mejor aurora boreal, la gente comenzó a llegar al lugar de la cita y, en poco tiempo, cerca de 12 millones de espectadores esperaban impacientes y algunos, incluso, prendiendo fuego a sus micrófonos en plena señal de Apocalipsis. Leyeron bien: 12 millones de personas en un concierto; pero no cualquiera: el primero de cinco que el músico estadounidense realizaría dentro del videojuego Fortnite, abriendo un nuevo mercado en el que la realidad virtual y la industria del entretenimiento se dan la mano para siempre.
La fecha es 23 de abril de 2020 y sí, durante el confinamiento provocado por la COVID-19, Travis Scott descubrió un nuevo mercado para la industria de la música. A principios de año, mientras todos cancelaban sus giras, él no se quedó de brazos cruzados y visualizó algo más allá de un livestream desde su casa o en un set especial y se dedicó a cerrar una alianza con el videojuego Fortnite para levantar conciertos animados en 3D. Y su idea fue un éxito rotundo: 27 millones de personas asistieron virtualmente durante todas las jornadas, todo el merchandise se agotó y Travis descubrió una mina de oro para la música: los videojuegos.
Vuelta de tuerca para Travis Scott
Para entender la dimensión de la idea que Travis Scott y Epic Games, creadores del polémico y popular juego, pusieron en la mesa, hay que contextualizarla e iniciar con la pregunta más sencilla: ¿qué es Fortnite? Y aunque se trata de un universo inmenso de millones de usuarios, vale la pena resumirlo como uno de los títulos más populares en la actualidad para todo tipo de gamers. Este es un juego gratuito de supervivencia en el que las partidas cuentan con 100 sujetos, y los jugadores utilizan un personaje en igualdad de condiciones y pelean entre sí, en tercera persona y en el mismo mapa, a lo largo de toda la temporada hasta que haya un solo ganador. Todo parece normal hasta aquí, pero eso cambia si ponemos sobre la mesa que Fortnite tiene 250 millones de usuarios activos en el presente y no para de crecer.
A finales de abril, 12 millones de jugadores se conectaron para ver el primer concierto en la historia de Fortnite: Astronomical. Fueron cinco fechas en las que vimos cómo Scott implantó nuevas reglas de juego para la industria de la música. Los gamers no sólo disfrutaron de un remix de sus canciones, ya que también interactuaban con lo que ocurría y con un Travis Scott en una escala gigantesca que, además, manipulaba el ambiente y los transportaba a distintos escenarios. Astronomical duraba poco menos de 15 minutos, pero cada segundo les brindó a los asistentes una experiencia nueva y auténtica dentro de la plataforma. Ahí, algunos bailaban y movían la cabeza de un lado a otro sin límites; muchos corrían, nadaban y volaban al ritmo del músico.
Mientras, el artista se acompañaba de bailarines con forma de relámpagos o fuego, confirmando que se trataba de un evento y momento únicos, los cuales registraron 45 millones de participaciones de parte del público, ansioso por repetir la experiencia y ver cómo ahora la montaña iba hasta Mahoma, demostrando que el futuro no sólo ya está aquí, sino que será controlado por los jugadores.
Aunque hay que ser muy claros: la creatividad e ingenio que llevaron a Travis Scott a este proyecto no son espontáneos: si platicas con sus amigos y familiares, con sus rivales de la industria y con sus colaboradores, todos dejarán por sentado que ese ímpetu y esa creación son algo natural para Scott. Una manifestación que se presentó desde su infancia y que él ha buscado aprovechar y amplificar al máximo. “Nada más lo veía trabajando en el estudio de su cuarto, haciendo música; había mucha seguridad en él. Recuerdo que me vio seriamente y me dijo: ‘Un día trabajaré con Jay-Z’”, nos dice Dozie Kanu, un amigo íntimo de la secundaria, intentando revelar las raíces de un sueño y de un proyecto, y las palabras que convirtieron a Travis en una especie de profeta para él: sí, años después produciría música con Jay-Z y ahora the sky is the limit.
Pero regresemos al espacio al que se refiere Kanu. Volvamos al cuarto de Travis, también conocido por amistades y colaboradores como The Pit (lo llamaban así porque no tenía aire acondicionado; entonces, si había varias personas dentro, el calor era insoportable). Aunque esas condiciones no limitaron la mente de Scott, quien antes de llegar a The Pit, fue criado por su abuela en Sunnyside, un vecindario al sur de su ciudad natal, Houston, y en su adolescencia retornó a vivir con sus padres; ahí fue donde explotó su creatividad musical, pues su familia se conforma por varios músicos (su papá, de hecho, le enseñó a tocar la batería, e, incluso, su nombre es un homenaje a un tío, Travis, quien era bajista). The Pit nace por una necesidad creativa. Mientras sus amigos gastaban dinero en videojuegos o sneakers, Travis Scott lo invertía en equipo para hacer música. Su obstinación por enfocarse por completo en su proyecto le causó problemas con sus padres, sobre todo con su mamá, quien le dejó de hablar varios meses cuando se enteró de que Travis había renunciado a su segundo año en la Universidad y había tomado ese dinero para viajar a Nueva York, para así mostrar su música y apostar por él mismo.
En un principio, no tuvo suerte, así que dormir en el auto o en la casa de algún amigo fue una rutina común en aquellos años porque sus padres le retiraron el apoyo económico. “Es una locura. Son muchas de las cosas que quise al inicio de mi carrera; sólo tenían que llegar en su tiempo. No importa cuánto te tome, debes mantenerte ahí. Quizás toma uno o dos discos; puede ser en el tercero o en el cuarto”, le declara a GQ Estados Unidos al convertirse en el representante de dicho país del nuevo Manifiesto de GQ bajo el título Change Is Good (en México y Latinoamérica el elegido fue J Balvin).
Encontrar la voz
A Travis no le tomó cuatro discos alcanzar el objetivo. Su primera gran oportunidad llegó en 2011, cuando le mandó un email al ingeniero de sonido de Kanye West, Anthony Killhoffer, con quien colaboró en la compilación Cruel Summer. Dicho movimiento lo llevó a cerrar un trato con Epic Records y otro más de producción con, ni más ni menos, Kanye West. Antes de lanzar su primer material, Rodeo (2015), Scott produjo canciones para West, Big Sean y Jay-Z, dejando la bandera de su talento muy en alto. Y aunque ese álbum tuvo éxito, su estilo aún era criticado por los medios especializados, incluso por el público, quienes justamente lo comparaban con Kanye y Big Sean: “Tenía muchas influencias musicales. Notabas que creció escuchando producciones mías y de Kanye”, menciona Sean sobre los inicios de un Travis que busca su propia voz, la cual, curiosamente, terminaría por ser la verdadera voz de toda una generación que buscaba quién les diera presencia.
Pero todas esas comparaciones desaparecieron en 2018, cuando lanzó al mundo Astroworld, un disco que replanteó su estilo y narrativa, y que lo puso en el ojo del huracán. Dentro de esos tracks, se distingue una voz propia, una personalidad diferente y una intención auténtica por mostrarse como un artista con una idea peculiar y muy suya. No sólo fue uno de los discos más exitosos del año, sino que también colocó a Travis Scott como uno de los representantes de las nuevas generaciones que hoy aplauden su decisión de acaparar la pantalla.
Sus amigos lo describen como un hombre meticuloso, que pasó años definiendo su sonido. Éxitos como “Antidote”, “Goosebumps” y “Sicko Mode” (el último, un himno alocado con tres beats distintos) son ejemplos de su ingenio para crear ambientes y sensaciones. Y, sin duda, una de las grandes claves de su éxito. También lo definen como una persona energética e instintiva. Simplemente, no puede estarse quieto; de hecho, Astronomical en Fortnite es sólo una muestra de esto. Recientemente, su nombre otra vez hizo eco al lanzar “The Plan”, el track oficial para Tenet, el más reciente y futurista filme del director Christopher Nolan. “Su voz fue la pieza final de un rompecabezas de un año. Sus percepciones acerca del mecanismo narrativo y musical que Ludwig Göransson (el compositor) y yo estábamos construyendo fueron inmediatos, perspicaces y profundos”, confiesa el realizador al hablar de por qué buscaron a Scott para tal encargo.
Otra pasión de Travis es la moda, igualmente heredada por su familia, pues eran aficionados a seguir medios especializados de esta industria, tal y como cuenta el autor. Para Scott, la moda debe ofrecer acceso a las personas y tiene que ser parte de la cotidianidad: “Intento hacer cosas con personas que conozco o con alguien con quien tengo una conexión”, confiesa el músico a GQ Estados Unidos. “A veces, muchas de estas empresas son tan grandes, que se olvidan de la gente que camina por las calles todos los días, [la gente] que mantiene todo en movimiento. Así que sólo se trata de dar a las personas ese acceso, darles algo que les guste y les haga sentir algo especial”. ¿Una filosofía idealista? Puede ser, pero esa visión soñadora le dio alianzas con gigantes de la industria, como Helmut Lang, Saint Laurent, Dior y ahora Nike.
Entre tanto su mente continúa procesando ideas musicales y de nuevos espectáculos en un año en el que la maquinaria musical seguirá prácticamente paralizada, Travis analiza su situación de confinamiento y lo que ha significado este encierro para él. Con una playera con la leyenda “Stormi’s Dad”, ahora aprovecha que puede pasar más tiempo con su familia: “Es increíble ver crecer a mi hija. La mantengo al tanto de lo que está ocurriendo en el mundo. Como padre, siempre estoy inculcando conocimientos, incluso a esta edad”. Sí, ese es Travis Scott, el hombre que puso las reglas del nuevo juego.