Karim López no es una promesa. Ya no es el niño talentoso que aparece en listas de futuras estrellas o el mexicano con potencial NBA. A sus 17 años, es el mejor prospecto internacional rumbo al Draft 2026, el jugador que las franquicias siguen de cerca, el que tomó una ruta distinta a la convencional y que ya compite contra profesionales en una de las ligas más físicas del mundo.
Desde pequeño, Karim soñó con la NBA, pero en su mente no era un anhelo lejano, sino un destino posible. Creció en Hermosillo, Sonora, con un balón en las manos y un referente en casa: su padre, Jesús “Chino” López, quien jugó por años en la selección mexicana. Su infancia no fue la de un niño que descubrió el basquetbol de golpe, sino la de alguien que lo tuvo siempre presente. No recuerda exactamente cuándo comenzó, pero las tardes tirando con su papá en la canasta de su casa fueron el primer paso de un camino que hoy lo tiene en la antesala de la NBA.
A los 13 o 14 años, cuando otros todavía ven el deporte como un pasatiempo, Karim empezó a notar que su sueño tenía fundamentos. Su crecimiento no solo era físico, sino también técnico y mental. “Cuando me fui a España fue cuando realmente caí en cuenta de que podía ser profesional. Estaba en un club con categorías inferiores profesionales, y ahí entendí que estaba al alcance”, recuerda sobre su paso por el Joventut Badalona. Esa primera experiencia fuera de casa lo hizo madurar rápido. Aprendió a vivir sin su familia, a competir en un nivel distinto y a absorber un básquetbol muy diferente al mexicano.
Un camino distinto: de España a la NBL
Pudo haber seguido en Europa, pero decidió dar otro salto: la NBL de Australia, un camino que han tomado jugadores como LaMelo Ball y Josh Giddey antes de dar el salto a la NBA. Más allá del nivel de juego, lo que más influyó en su decisión fue la confianza que recibió del equipo. “Uno de los principales motivos por los que tomé la decisión fue la confianza que depositaron en mí. Para mi crecimiento, siempre ha sido importante estar en un equipo que realmente crea en mí”. No es un jugador que busque el camino más fácil, sino el que le permita evolucionar.
Ese instinto de mejora constante es lo que lo distingue. Karim no se ve como un prodigio intocable, sino como alguien que necesita trabajar todos los días para ser mejor. “Mantengo la misma esencia de jugador desde siempre, pero mejoro constantemente. Siempre estoy añadiendo cosas nuevas a mi juego”, dice con seguridad. No se obsesiona con los rankings ni con la etiqueta de “prospecto #1”, aunque reconoce que la atención está ahí. Cuando Carmelo Anthony habló de él y elogió su talento, lo tomó como una motivación extra, no como presión. “Es un orgullo enorme que alguien de ese calibre diga algo bueno de mí. Pero no siento presión, yo mismo me pongo expectativas más altas que las que los demás puedan tener de mí”.
Esa mentalidad también se refleja en su manera de lidiar con las derrotas. No es alguien que las tome a la ligera. “Soy muy competitivo, no me gusta perder. A veces me molesta mucho y me toma algunas horas procesarlo, pero tengo que aprender a separarlo y recordar que la vida sigue”, confiesa. La frustración no lo frena, lo empuja. Es parte de la razón por la que no se ha estancado en un solo estilo de juego. Adaptarse ha sido clave para él. España le enseñó la disciplina táctica, la NBL le está dando una dosis de físico e intensidad, y con cada experiencia, su arsenal crece. “No se parecen en nada. Hay conceptos parecidos, cosas universales del básquetbol, pero España y Australia contrastan mucho. Mi estilo de juego me permite adaptarme a cualquier cosa”.
Más allá de la cancha, una identidad propia
A pesar de su imponente altura y de estar en la mira de la NBA, Karim López sigue siendo un joven como cualquier otro de su edad. Relajado, desparpajado, con una risa fácil cuando habla de lo que le gusta fuera de la cancha. En su tiempo libre, se sienta frente a la pantalla y se sumerge en partidas de EA Sports FC, Fortnite y, por supuesto, NBA2K. Su playlist es un reflejo de su personalidad sin etiquetas: lo mismo suena Bad Bunny que Christian Nodal o Natanael Cano. “Escucho de todo”, dice con naturalidad, como si en eso también aplicara la misma versatilidad que lo define en la duela.
La moda es otra de sus pasiones, pero no de manera superficial, sino como una forma de identidad. “El estilo es importante para mí. Me gusta verme bien, sentirme bien. Creo que cuando te ves bien, juegas mejor”, afirma. Sus favoritos son los Air Jordan 1 y 4, aunque en la duela siempre elige los tenis de Kobe Bryant. Y aunque ya ha logrado cosas que la mayoría solo podría imaginar, hay sueños que todavía le ilusionan como a cualquier otro chico: “Sería increíble tener mi propia línea de tenis algún día”, admite con una sonrisa.
Su amor por el deporte no termina en el basquetbol. Karim es un apasionado del fútbol y su lealtad está con el Real Madrid. Entre la moda, la música, los videojuegos y el fútbol, su vida fuera de la cancha es la de un joven común. La diferencia es que cuando pisa la duela, su mundo se transforma. Y ahí, como en cada aspecto de su vida, no deja de evolucionar.
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Pero si hay algo que Karim tiene claro es que su camino no termina en la NBA. Su historia no se trata solo de llegar, sino de abrir puertas. La selección mexicana no es solo una camiseta para él, es un compromiso que siente en lo más profundo. “Me gustaría cambiar el básquetbol mexicano, hacerlo más grande y llegar a lugares donde nos ha tomado décadas estar, como los Juegos Olímpicos”, dice con convicción.
No lo dice por compromiso ni como una frase hecha. Habla como alguien que entiende su papel en una historia más grande, como alguien que quiere dejar una huella más allá de su propio nombre. Llevar a México a lo más alto no es una carga, sino una misión que asume con todo lo que representa. Porque para él, lo importante no es solo el destino, sino todo lo que puede cambiar en el camino.
Pero no se adelanta a los acontecimientos. No es de los que imaginan cada detalle de su noche de Draft ni de los que pasan horas pensando en qué equipo podría seleccionarlo. “Me veo siendo mucho mejor de lo que soy hoy. Cada día quiero mejorar un poco más y convertirme en un jugador completo”, dice con claridad.
Karim López está en el momento exacto donde los futuros jugadores de la NBA empiezan a separar su destino del resto. Muchos han soñado con la NBA, pero Karim no la ve como un sueño, sino como un plan en ejecución.
“Intento no pensar en la NBA demasiado, intento no adelantarme, lo que sí intento es concentrarme en el día de hoy”.