Los tiempos han cambiado y la inclusión sexual y los derechos de la población gay y LGBT+, cada vez ganan más terreno frente a la discriminación. Evidentemente si bien la tendencia mundial parece haber virado conscientemente hacia el respeto y la necesaria integración año con año, la conquista por una igualdad que se debería dar por hecho, aún no está consumada. Frente a esa perspectiva nos planteamos la pregunta, ¿cómo era ser gay antes de estas revoluciones que nos han tocado vivir como sociedad?
El 28 de junio de 1969 está marcado en el calendario histórico de los derechos de la población gay. Y es que justamente en esa efeméride, una sangrienta y “rutinaria” redada policiaca en el bar gay Stonewall Inn de Nueva York (declarado Monumento Nacional en 2016), desencadenó una serie de protestas y disturbios inéditos de parte de la comunidad gay en Estados Unidos, quien por fin se manifestó en contra de la injusticia de ser violentada por sus preferencias sexuales y en pos de su libertad. El suceso dio lugar a El Día Internacional del Orgullo Gay en 1970. Hoy, 50 años después, en la víspera de esta celebración mundial que se realizará de forma virtual como marca nuestra distópica realidad actual— ya acábate 2020—, analizamos de la mano de algunos expertos, activistas y autoridades convocadas, lo que significaba ser gay en el pasado, los logros alcanzados hasta hoy y lo qué falta por hacer en nuestra realidad nacional.
(Y dejamos algunas series indispensables para ver en el mes de Orgullo LGBT).
México en el ranking mundial
Tomando en cuenta que diversas fuentes anotan que una nación como Nigeria es la más peligrosa para la población LGBT+ (en el país africano existe la pena de muerte y la cárcel para personas homosexuales) y que en el otro extremo Suecia es el país más gay friendly del planeta, ¿en qué lugar en el tablero de posiciones colocamos a México? Según el ranking publicado por Equaldex.com, el lugar de nuestro país frente a los derechos y la inclusión es hasta cierto punto, favorable. De acuerdo a los datos enlistados en esa web, México cumple e incumple con lo siguiente: cambio de género (legal, pero con temas a analizar), adopción (legal en varios estados), discriminación (ilegal), discriminación laboral (ilegal, con temas a analizar), donación de sangre (legal, aunque hay restricciones a analizar), servicio militar (ambiguo) o edad legal de consentimiento (ambiguo). “Hemos avanzado mucho en los últimos 10 años en cuanto a derechos igualitarios”, afirma para GQ Enrique Torre Molina, cofundador de Colmena 41 (proyecto que busca crear comunidad entre personas de la población LGBT+) y Asambleísta en la COPRED. Pero el también activista y consultor en temas de inclusión, advierte: “México sigue siendo un país con mucha discriminación en los hogares y los centros de trabajo”. El 17 mayo de 2019, el presidente López Obrador reiteró su postura contra la homofobia. En ese mismo evento y de la mano del COPRANED (Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación), el gobierno anunció acciones en favor de un mayor acceso a servicios de salud dignos para las personas que forman parte de la diversidad sexual, además de garantizar un marco de respeto y legalidad. Sobre este tema, Enrique Torre asegura: “No obstante que sí hay leyes que nos protegen de la discriminación, somos un país donde los índices de violencia son de los más altos del mundo”, finaliza.
Un informe del sitio de rankings Insider Monkey, arrojó que un 6% de personas en México son gays, bisexuales, lesbianas, trans o queers, es decir, cerca de 8 millones de ciudadanos, cifra que ubica a nuestro país en el octavo puesto a nivel mundial de países con más población que forma parte de la diversidad. Sin embargo, un dato del INEGI de 2019, refuta esa información y revela que sólo un 1.9 de personas mexicanas se identifica como LGBT. De cualquier forma, en cuestión de derechos México es en teoría, efectivamente uno de los países con más garantías legales—como indica un mapa de la organización ILGA (Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersexuales, afincada en Suiza)—, pero también “un lugar donde se convive con la extrema criminalidad y la homofobia”, declaró por su parte recientemente a la BBC, Lucas Ramón Mendos, autor del estudio en el que se basó dicho mapa.
Azotes, pena de muerte y detenciones ilegales
Otra coincidencia entre los expertos consultados, es que los cambios a favor de la inclusión han sido paulatinos pero notables en México. Siglos antes, las personas que tenían relaciones sexuales con alguien de su mismo sexo enfrentaban una realidad peligrosa. Del año 1373 al 1521 aproximadamente, en la antigua Tenochtitlán los homosexuales podían ser condenados a muerte simplemente por su preferencia sexual. Tras la instauración de la Nueva España, las cosas no cambiaron mucho y la llamada Santa Inquisición cometió innumerables asesinatos en contra de la población gay. Todavía en el México de 1809 (paradójicamente apenas nueve años después de que terminara “el llamado siglo de las luces)”, un hombre que se vestía como mujer podía hacerse acreedor a azotes públicos y hasta a un año y medio de prisión. Ya en el siglo XX las cosas no mejoraron, y en sus albores se llevaron a cabo los primeros registros de allanamientos e irrupciones ilegales en fiestas privadas, como (una de las más famosas) la que acaeció en 1901 en la colonia Tabacalera de la CDMX cuando la policía arrestó ilegalmente a 41 personas vestidas de mujer y las condenó a trabajos forzados tan sólo porque celebraban una reunión particular ataviados con ropa femenina. Sí, durante el siglo pasado conforme avanzaban las décadas, si bien comenzaron a gestarse los primeros movimientos reivindicatorios hacia la población gay —y a crearse muchas propuestas literarias y culturales importantes, promovidas por intelectuales abiertamente homosexuales como Salvador Novo, la aparición de obras de teatro, películas, novelas, organizaciones y frentes a favor de la inclusión sexual social y laboral—, aún persistían los prejuicios y la discriminación, como la célebre “cruzada contra la inmoralidad” perpetrada ya en los años 50 por Ernesto P. Uruchurtu —el llamado “regente de hierro”— en el entonces Distrito Federal, quien reprimió entre otras cosas, las libertades y los derechos de los homosexuales. “Quizás era más peligroso antes ser gay, pero eso lo hacía más emocionante”, opina muy particularmente el escritor, periodista y cronista gay Wenceslao Bruciaga, “teníamos menos o nada de derechos, pero eso nos reivindicaba y planteaba nuestras diferencias como una declaración de principios y no como una diversidad decorativa”.
Las razzias y las primeras protestas
Fue hasta los años 70 cuando además del surgimiento de grupos organizados de liberación como el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), comienzan a mostrarse los primeros signos de inminente apertura. Por ejemplo, la primera operación de cambio de sexo (llevada a cabo en 1970 en el Hospital General de la CDMX), o la cobertura de temas sobre inclusión sexual en programas como el influyente —porque era el único— noticiero “24 Horas” con Jacobo Zabludowsky, a lo que hay que sumarle la publicación del “Manifiesto en Defensa de los Homosexuales”, creado por personajes como Nancy Cárdenas, Carlos Prieto, Carlos Monsiváis y Luis González de Alba. Además, en 1971 se conforma el primer grupo gay organizado en México: el Movimiento de Liberación Homosexual, que operaba de manera clandestina dada las condiciones poco favorables del entorno. Sin embargo fue hasta finales de esa década que dos sucesos clave quedan registrados. El primero de ellos acaece un 26 de julio de 1978 cuando un grupo de homosexuales protesta activamente en un acto público orquestado originalmente para conmemorar el inicio de la Revolución Cubana, tal como da cuenta un reciente artículo publicado en GQ en el que Juan Jacobo Hernández —fundador del mencionado FHAR—, relata en exclusiva cómo su acción se convertiría en la primera manifestación homosexual en la historia de México. El segundo momento determinante fue en junio de 1979, cuando —a 10 años de que se creara en Estados Unidos— se llevó a cabo la primera Marcha del Orgullo Gay en la Ciudad de México, misma que a partir de 1999 se convirtió en Marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual y Transgénero. “Definitivamente hace unos 40 años aunque no era delito propiamente ser homosexual o lesbiana en México, sí había una serie de abusos policiacos y se ejercía violencia física a través de las llamadas razzias y arrestos no justificados contra la población gay en las calles e incluso en domicilios particulares”, aseguró para GQ el ciberactivista Jorge Aldana, quien a través de su alter-ego Señora-Vato, busca generar movimiento en pro de la población LGBT+. “Hoy, a pesar de que se ha dado un cambio importante en cuanto a que hay mecanismos de protección, derechos humanos y tratados internacionales que inhiben esas conductas agresivas —desde el ámbito jurídico, que de algún modo repercute en lo cultural— hacia los gays, y que consiguen que al menos un policía no te agreda por el hecho de que seas homosexual, falta mucho por hacer, se necesita que las políticas públicas tengan presupuestos para la prevención de la discriminación”, asegura.
Las siguientes décadas
Tras esos movimientos pioneros, en los años siguientes hubo grandes revoluciones de la mano de la creación de grupos LGBT como Guerrilla Gay, Horus y Nueva Batalla, quienes demandaban cambios en el sistema de los años 80. La aparición del VIH generó conflictos en una comunidad estigmatizada a nivel mundial por la enfermedad. Posteriormente movimientos como el del EZLN en los 90, impulsaron la diversidad en México. En junio de 1999 el mismo Ejército Zapatista emitió un comunicado de empatía que comunicaba mensajes como este: “Durante mucho tiempo, los homosexuales, lesbianas, transgenéricos y bisexuales hubieron de vivir y morir ocultando su diferencia, soportando en silencio persecuciones, desprecios, humillaciones, chantajes, insultos, golpes y asesinatos. Nada hay que esconder. Ni la preferencia sexual ni la rabia por la impotencia ante la incomprensión. Para quienes están presentes en estas movilizaciones, nuestra admiración por su valentía y audacia para hacerse ver y oír, por su ¡ya basta! orgulloso, digno y legítimo”, decía la carta.
Los homosexuales ya no están destinados a la clandestinidad.
“Tengo 32 años y desde los 18 cuando comencé a tener una vida activa en la comunidad, he sentido grandes cambios y una nueva apertura hacia la diversidad sexual, ya no hay trabas para tratar esos temas en las universidades o en público”, nos asegura Alex Ponce, activista de las células “Pride” y “Humano” del ITESM Campus CDMX y Estado de México. Sin embargo, el también drag queen asegura que no se han llevado a cabo todos los avances necesarios: “Sigue la discriminación y hace poco platicaba con algunos legisladores sobre lo importante que sería que existieran leyes sobre cada tipo de persona LGBT+, porque en la actualidad además de la población gay hay muchas nuevas identidades”. Además, Ponce —quien me cuenta que llegó asistir al mítico bar El Taller, epicentro gay pionero en la CDMX— es tajante en considerar que el ser gay no es lo mismo en una realidad como la de la capital mexicana, que en la provincia o en poblaciones aisladas donde la discriminación sigue “tan latente como en décadas pasadas”, afirma. “Sí, hay grupos de ultraderecha que nos siguen haciendo la vida imposible, y no es lo mismo ser un homosexual en una ciudad grande que en alguna población, por ejemplo, de Oaxaca (recordemos ahí el caso de los muxes, el llamado tercer género) asegura para GQ Francisco Robledo Sánchez, Presidente de la organización mexicana ADIL Diversidad e Inclusión Laboral. “Comparados con hace 10 años, estamos mejor: hay leyes, hay apertura pero el trabajo que nos resta por hacer es a favor de una mayor visibilidad para que la gente tenga un mensaje de inclusión y no se quede con los estereotipos o pensando que algo está mal porque es pecado”, complementa Robledo.
Lo cierto es que en los años 70 aún era complicado hallar espacios de esparcimiento dedicados al colectivo gay, por lo que el underground era el hábitat natural de la población homosexual, junto a la clandestinidad de las salas de cine (donde existían sus propias contraseñas particulares y símbolos de identidad) y los saunas, lugares tradicionalmente emblemáticos de los encuentros gay. El libro “El Vampiro de la Colonia Roma” (1979) de Luis Zapata, muestra justamente esos códigos de ligue callejero masculino propios de la época, mismos que subsistieron y continúan vigentes en la actualidad en ciertos círculos, sumados a nuevos manuales de identidad gay. “Hace tiempo ser gay era buscar a escondidas revistas de ambiente. Íbamos a los cines heterosexuales y teníamos un código con un pañuelo en el bolsillo para encontrar amigos afines. Hoy, tenemos nuestros propios espacios”, asegura el profesor Jorge Báez, quien vivió en los 70 en el México más intolerante. Y es que fue hasta los años 80 que surgieron lugares hoy míticos, como el mencionado Bar El Taller, quizás el primer espacio lúdico-homosexual en el corazón de la CDMX, que además de ser un lugar icónico para el movimiento y la liberación, gestó el surgimiento de organismos importantes como la Fundación Mexicana contra el Sida en 1987. Hoy en día, México cuenta con una gran oferta visible de clubes LGBT+ y el gay moderno no tiene que buscar bajo la tierra opciones de acuerdo a sus preferencias. Un gay en esta época, tiene más espacios para encontrar lo que busca más allá de la clandestinidad y de los lugares establecidos. Internet se ha convertido en la nueva trinchera, y en su universo sin fronteras coexisten decenas de apps como Grindr, Scruff o Recon, plataformas que pueden satisfacer cualquiera de los gustos gay más particulares. Además, Puerto Vallarta, fue considerado por medios como Traveler, como uno de los destinos más gay friendly del mundo. Y todo, en México.
Cómo el internet pudo matar a los clichés
En el México de hoy, las ofensas y ataques verbales homofóbicos se pagan con una multa. “Recuerdo que en la Universidad donde daba clases, muchos de los otros profesores me pusieron apodos cuando se enteraron que tenía novio. Yo era muy joven, eran principios de los años 80, y no estaba en posición de defenderme si no quería perder el empleo. Hoy, creo que hay más respeto y la misma gente se molesta cuando alguien nos molesta”, comenta Jorge Báez, el ex profesor de Filosofía actualmente de 67 años. En su libro “Mujercitos”, la escritora mexicana Susana Vargas retrata aquella realidad discriminatoria y llena de clichés que explotaron diarios amarillistas como Alarma! entre las décadas de los 60 y finales de los 80, y a la que la sociedad parecía ver con naturalidad. Publicaciones como el mencionado periódico, perpetuaron durante esos años los clichés, etiquetando peyorativamente a las personas homosexuales con sobrenombres como “invertidos” o “señoritos” (por no mencionar otros adjetivos insultantes). Hasta antes del 17 de mayo de 1990, la homosexualidad estaba clasificada como una enfermedad por la OMS. Hoy, el ser gay es considerado oficialmente como una preferencia y no como un desequilibrio, pese a las llamadas terapias de conversión —métodos cuestionables y discriminatorios que aseguran “revierten las tendencias homosexuales” —, prohibidas en países como Alemania (al menos para menores de edad), y estudiadas en el Senado Mexicano para su censura y sanción. “Estas terapias se tratan desde mi punto de vista, de una tortura y una conducta violenta. En CDMX se está impulsando su prohibición a través de organizaciones como YAAJ, pero no se ha concretado como ley, por lo que se tiene que acudir a organismos de Derechos Humanos para denunciar estas actividades”, asegura Jorge Aldana. Durante años, muchos medios de comunicación mantuvieron vigentes los clichés y estereotipos con respecto a la cultura gay, tanto en películas como en series de TV (sobre todo en comedias), espectáculos, teatro, historietas e incluso en eventos deportivos y canciones populares hoy definitivamente intolerantes, pero consideradas como aceptables en algún momento (como el caso de la canción “Puto” de Molotov y el grito homofóbico ídem en los estadios). “Hay cambios y cada vez hay menos clichés”, asegura Jorge Aldana, “pero debemos estar alertas en lo que sucede en las producciones de cualquier medio musical o de comedia donde se ejerza discriminación. Lo cierto es que hay ciertos gustos específicos de la población gay que se convierten en parte de nuestra identidad y es un hecho que existen productos que consumimos las personas gay. Todo lo que era cliché en el pasado obedeció a cierta lógica social, pero hoy se ha transformado, con la ventaja de que hay más gente dispuesta a alzar la voz y denunciar productos homofóbicos, cosa que no sucedía hace algunas décadas, en gran medida, porque ahora contamos con el internet”.
Matrimonio gay, una lucha inacabada
Hace décadas el matrimonio gay estaba prohibido en el mundo, hasta que Dinamarca fue el primer país en reconocer su legalidad en 1989. Sí, casarse era otra de las cosas que un hombre o mujer gay no podía llevar a cabo en plena post- revolución sexual. Hoy, otros países han legalizado esa práctica y en México está permitida en 19 estados y localmente en algunos municipios. La apertura comenzó a partir de la reforma del artículo primero de la Constitución en 2001 —misma que prohibió la discriminación— y posteriormente en 2006, la promulgación de Ley de Sociedades de Convivencia, misma que reconoció las uniones civiles (no el matrimonio) entre homosexuales en la capital mexicana. Con esta resolución, una pareja gay consiguió la atribución legal de heredarse bienes entre sí (entre otros derechos antes inexistentes). Pero fue hasta marzo de 2010 cuando entró en vigor en la CDMX la ley que aprobaba oficialmente los casamientos entre personas del mismo sexo. Paulatinamente se fueron sumando estados como San Luis Potosí, Baja California Sur, Oaxaca, Hidalgo, Nayarit, Morelos, Michoacán, Coahuila, Colima y Campeche, aunque en algunos casos como los de Jalisco, Nuevo León, Puebla, Chiapas y Aguascalientes, la determinación llegó de parte de La Suprema Corte de Justicia de la Nación, que determinó que la prohibición atentaba contra un derecho humano básico y obligó a dichos estados a legalizar la práctica. En el caso de Quintana Roo las uniones gay nunca estuvieron prohibidas pues sus leyes nunca fueron exclusivistas, mientras que Baja California y Chihuahua aprobaron el matrimonio sin mover su Código Civil. Las cosas han cambiado, pero pese a estas conquistas aún quedan combates que ganar para la inclusión sexual y el matrimonio, como el caso de Yucatán donde dos veces (la más reciente en julio de 2019) ha sido rechazada la solicitud en el Congreso Local. En lo que respecta al Estado de México, el tema sigue siendo una promesa por cumplirse y Sinaloa, Sonora, Tabasco, Querétaro, Guanajuato, Guerrero, Durango, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y demás Estados pendientes, continúan sin conseguirlo. “Lo que urge es que los Estados respeten lo que dijo la SCJN en 2015, sobre que es inconstitucional que se le niegue a una persona el contraer matrimonio a alguien que ama, por motivos de orientación sexual. A pesar de que la Suprema Corte dijo esto, los Estados se pasan por arco del triunfo algo que no debería cuestionarse. Si alguien de la comunidad LGBT se quiere casar en Sonora no lo puede hacer y tiene que hacer un viaje adonde sí se permita, algo que una pareja heterosexual no tiene necesidad de hacer”, nos comenta al respecto Mildred Pérez de la Torre, Editora de la web Homosensual y autora de “Lo Hice por Amor”, novela ganadora al Premio Quimera a Mejor Literatura Queer.
Adoptar o no adoptar
Con muchas voces a favor y otras en contra, actualmente hay unos 28 países en el mundo donde una pareja del mismo sexo puede adoptar a un hijo. En México se aprobó en 2010, pero fue hasta 2012 cuando se llevó a cabo la primera adopción gay en territorio nacional y Felipe Nájera y Jaime Morales, se convirtieron en la primera pareja homosexual en adoptar a una niña en CDMX, tras una lucha contra la burocracia. Hoy, incluso en lugares considerados eminentemente conservadores como Guanajuato, las cosas aparentemente han cambiado y recientemente vimos el caso de la primera familia homo-parental que adoptó a un niño (aunque curiosamente en la entidad, sólo está permitido que una pareja gay se case mediante un amparo). Según la web Homosensual.com, hasta el día de hoy, son 9 los estados (además de la CDMX) que permiten la adopción en esta modalidad: Coahuila, Campeche, Colima, Morelos, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Aguascalientes y recientemente, Baja California. Además, algunos municipios permiten independientemente de las leyes estatales, este procedimiento legal.
El marketing gay
Antes, no existían publicidad ni contenidos dirigidos al público homosexual. Las revistas, la música y los íconos gay provenían de las sub-culturas y no se revelaban tan explícitamente. Para Wenceslao Bruciaga “definitivamente hoy hay una mercadotecnia gay, la visibilidad que ahora tenemos los gays ha sido copada, lo cual me parece peligroso en algunos casos porque reduce simplistamente a la población gay, según nuestra capacidad de consumo”. En ese sentido, Enrique Torre complementa: “En una década hemos podido ver cómo muchas marcas han pasado de no tener miedo de hablarnos, a posicionarse públicamente a favor de la población gay, desde campañas con parejas LGTB, hasta participaciones en las Marchas del Orgullo”. Sin embargo, el activista también coincide en que hay que cuestionar que las marcas no sean oportunistas, que su apoyo sea permanente y no sólo utilicen la inclusión en términos comerciales.
Los estigmas y el derecho a la salud
Mediante un comunicado emitido el 29 de junio de 2019 , la CNDH (Comisión Nacional de los Derechos Humanos) reconoció los avances en México en cuanto al reconocimiento de los derechos integrales de la población LGBTI. No obstante, reconoció que su encuesta reportó que una de cada 6 personas homosexuales sufrió discriminación en el último año y además, padeció agresiones, odio y acoso. Por su parte el CONAPRED refrendó recientemente su compromiso con el programa de Sexualidad, Salud y VIH y con la búsqueda de un acceso calificado a los servicios públicos sanitarios. “Las asociaciones civiles han aportado estos últimos años, mucho en materia de salud. La CONAPRED es el respaldo oficial a lo que organismos como Inspira han logrado en cuanto a acercar a la gente a pruebas rápidas de VIH y a una consejería integral. Por ley, el gobierno debería darle un tratamiento a toda persona infectada con VIH, hoy a diferencia de antes, hay redes que ayudan en situaciones donde no se surte la medicina, por ejemplo”, comenta para GQ Guillermo Moreno, voluntario por los derechos de la comunidad LGBTI y ex miembro de Inspira A.C., organización mexicana que lucha por una sociedad inclusiva.
El México de ayer, cuando menos gente salía del closet
Antes, permanecer en el clóset era más fácil para muchas personas agobiadas por la discriminación, el machismo y los prejuicios, un poco como el amigo de Holly Golightly en la novela de Truman Capote, “Breakfast at Tiffany’s” o el personaje de Gonzalo Vega en la película “El Lugar sin Límites” de Arturo Ripstein, (1977), una de las primeras obras cinematográficas nacionales en mostrar una problemática gay y denunciar la homofobia. “Debemos estar conscientes de cuánto nos hemos censurado a nosotros mismos con tal de integrarnos, ese hecho me hace pensar que no hemos vencido al clóset del todo”, opina Wenceslao Bruciaga. El mismo Juan Gabriel, un ícono gay de la cultura popular mexicana, jamás aceptó sus preferencias y lo más cercano que estuvo de confesarlo fue cuando contestó: “lo que se ve no se juzga”, cuando le preguntaron en una entrevista sobre sus preferencias. Hoy día, es más común salir del armario porque hay más mecanismos a nivel nacional, de protección frente a la discriminación y la homofobia. “Antes, muchas personas LGBT vivían en el clóset y preferían ocultarse, disfrazar su orientación y no revelarla porque se exponían a la violencia, discriminación y exclusión. Hoy vivimos en una sociedad más abierta si hacemos una comparación con el pasado, si vemos las encuestas en cuanto a la aceptación social y las respuestas positivas en cuanto a temas como: ¿Usted le rentaría un cuarto de su casa a una persona gay?”, comenta para GQ Geraldina González de la Vega, Presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED). Apenas en 2017 el cineasta Manolo Caro denunció en sus redes sociales que una conocida tienda de deportes mexicana había impedido que se filmara una escena para su serie “La Casa de las Flores”, debido a que esta involucraba un beso gay. En teoría, eso sólo sucedía en el pasado, pero el hecho demostró que aún hay prejuicios.
Cuando te despedían por ser gay
En la serie “Mad Men” (ambientada entre los años 50 y 60) el personaje de Salvatore Romano es un homosexual que oculta sus preferencias por temor a perder su trabajo en una agencia de publicidad supuestamente moderna, pero tan conservadora como la misma época. Finalmente, es despedido por no corresponder a las insinuaciones de un cliente importante. Hoy, ser separado de un trabajo por acoso y con el pretexto de una preferencia sexual es una falta grave. La legislación actual en la mayoría de los países (en México las garantías individuales contempladas en la Constitución atienden el tema), protegen a las personas en sus derechos laborales más allá de sus gustos personales. “Podemos hablar de inclusión LGBT+ en el ámbito laboral en México, gracias a que algunas transnacionales que operaban localmente, comenzaron a aplicar sus políticas de prestaciones y reconocimiento a parejas del mismo sexo. Cuando comenzó la pandemia del VIH hace 40 años, la población gay comenzó a tener la necesidad de avances en materia de salud en las parejas, independientemente de su preferencia sexual. Empresas como American Express comenzaron a implementar esas posturas importadas de sus corporativos y se formaron las primeras redes de empleados con afinidad y preferencias sexuales y fue la primera marca en participar de forma corporativa en la marcha gay tal como se hacía en otros países” afirma Francisco Robledo, sobre el contingente Pride+. El dirigente afirma que hay un listado visible de al menos 200 empresas nacionales donde se puede buscar trabajo sin que haya ningún estigma y los interesados puedan revelar su orientación sin riesgo a ser objeto de discriminación.
El futuro de la comunidad LGBTQ+
“Hay temas que han mejorado, pero hay cosas que no han cambiado mucho y por eso seguimos marchando y en la lucha. Antes, a las personas LGBT las echaban de su casa por ser gays o lesbianas, y eso sigue sucediendo y pasa en plena pandemia. Los crímenes de odio siguen, el gobierno no registra cuántos asesinatos hay hacia la comunidad LGBT y por eso organizaciones como Letra Ese realizan estadísticas basándose en notas periodísticas. 2019 fue el año con más víctimas LGBT en los últimos tiempos , por lo que el desafío es trabajar en contra de esa tendencia”, considera Mildred Pérez de la Torre. “El tema es diferente en varios países, pero en México, espero que muchas luchas que hay en movimiento hayan sido ganadas dentro de 10 años. Espero que haya menos violencia, menos rechazo familiar, que el matrimonio gay sea una realidad en todo el continente y que seamos una comunidad más visible en espacios de diferentes religiones, que haya más atletas LGBT+ (como el patinador mexicano Jorge Luis Martínez, que nos compartió su testimonio) y que las brechas dentro de la misma comunidad, se hagan más pequeñas”, reflexiona Enrique Torre desde su posición de activista entregado a la lucha contra la discriminación. “Creo que la CDMX se ha convertido en un buen ejemplo para el país, fue la bandera de cambio, estamos cumpliendo 9 años de la reforma que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo y visibilizó la diversidad; además, estamos celebrando 5 años de la legalización de los cambios de identidad y la rectificación de las actas de nacimiento de las personas trans y estamos peleando administrativamente el tema de la infancia trans. Hemos logrado visibilidad en diversidad familiar, en el libre desarrollo de la personalidad y el ejercicio del derecho de identidad de las personas y la diversidad sexual y de género. Han sido cambios enormes, pero sí, nos ha faltado el tema de la erradicación de la violencia. El reto para el futuro es tener un pulso más claro y certero contra los llamados crímenes de odio y los homicidios y transfeminicidios, ese el compromiso actual del COPRED”, concluye Geraldina González de la Vega.